miércoles, 5 de mayo de 2010

Las pequeñas cosas de la vida

Llevarte a la escuela infantil cada mañana y despedirte con un beso. Antes de eso, desayunar sola y relajada en nuestra cocina de color naranja, mientras escucho las noticias -bien por la radio o por la televisión- antes de que tú te despiertes.

Sentarnos en el coche y cantar juntas, dejarte sonriendo en la escuela, venir a trabajar, sentarme a media tarde a ver la caja tonta o echarme una siesta mientras duermes placidamente la tuya, pasear contigo y con tu aita por debajo de casa, asomarme a la ventana del salón y admirar como van creciendo los árboles que plantaron tan chiquitos en el jardín botánico que tenemos la gran suerte de tener justo enfrente de nuestros ojos, ir a visitar a nuestr@s amig@s, buscar con la vista ese pájaro que escucho cantar desde hace un rato, ver -cuando 'cuadra'- una puesta de sol.

Poder ver la luna desde la ventana de mi habitación, besarte, mi niña preciosa, dormida y oler tu pelo, acariciar tu carita de perla negra... Tantas y tantas cosas de cada día, momentos cotidianos, que pasan desapercibidos, que no nos paramos a disfrutar...

Nunca hay tiempo, nunca. ¿Nunca?

A veces sí hay tiempo, y esas pequeñas cosas son auténticos tesoros, auténticas delicias de la vida.

Puede que a partir de hoy todo eso se pueda multiplicar, en esencia y en presencia.

Te quiero enana.

Mama.